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Cada día me estoy cuidando más con la comida (el Leo del largo plazo me lo va a agradecer). Hice bastantes cambios en mi alimentación, sin llegar a ningún extremo. Uno de ellos fue asegurarme de que, cuando elijo comer carne, sea una de alta calidad y mínimo impacto en el planeta. Por eso opto por carne de animales que pastan en libertad, en pastizales nativos regenerativos. Justamente, prefiero a Pastizales Nativos.

“Optimista y pesimista son dos errores de sentido contrario, el optimista no es ni más lógico ni certero que el pesimista”, me dijeron que afirma un afamado psicólogo.

Disiento.

En este episodio el lector puede interpretar lo que quiera, pero yo necesito que quede bien claro: no estoy escribiendo sobre política argentina.

Pero, antes, un aviso importante:

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Escribile, de parte mía, a Belén completando este formulario.

Letra chica: no hay

Podría comenzar, como hacen todos, con las definiciones de la RAE de “optimismo” y “pesimismo”, pero no me interesa. Quiero llevarte a la acción.

Los optimistas creen que todo va a salir bien. Se suben al auto para ir a la reunión de las 9 a las 8.45 y, cuando llegan 9:15, le “echan la culpa” al tránsito. 

¿Realmente no sabías que podía haber tránsito? ¿Es tu primera vez en una ciudad?

Los pesimistas, por su parte, ni van a la reunión. “Total, nada bueno va a salir de ahí”. O, tal vez, van, pero con su actitud crean esa profecía autocumplida.

Entonces, si ser optimista o pesimista está mal, tiene razón ese afamado psicólogo, ¡seamos realistas!

Disiento. Una vez más. 

Por un lado, no creo que nadie pueda serlo: siempre se mezclan emociones, sesgos y opiniones. De hecho, dos personas realistas ven el mundo distinto.

Estoy convencido de que el optimismo de corto plazo nos hace llegar tarde a la reunión, no prever las cosas, ser víctimas.

La maldita frase “la esperanza es lo último que se pierde” parece, en mi cabeza, asociada a la religión y conlleva a… esperar. También ser víctimas.

Como ya dije en…

Entonces, tenemos que prever lo que puede suceder. El tránsito, stalkear a la persona con la que nos reuniremos, aumentar precios cuando hay incertidumbre, esas cosas.

De nuevo, no estoy hablando de Argentina, eh.

Pero, si estamos todo el tiempo previendo las cosas malas, vamos a ir, de a poco, achicándonos, tanto económica como literalmente. 

¿Creés que me estoy contradiciendo? No me apures, pequeños saltamontes, si querés sacarme bueno. Seguí leyendo... Que la tercera guerra mundial no nos la gane la ansiedad.

Cada vez que veamos una oportunidad, no solo preferiremos no perseguirla; criticaremos al que lo intenta.

Nos volveremos mediocres y no soportaremos al que quiere dejar de serlo.

Como esa frase escuchada en el pasillo de un edificio de estilo brutalista, con gente parapetada detrás de escritorios de madera del tamaño de sus cargos, ordenando papeles en cajas de cartón: “Aquí, a todo el que se destaca, le cortamos la cabeza”.

Si elegimos ser pesimistas, en el corto plazo vamos a dejar de hacer, crear, creer.

“Leo, le diste con un palo a la religión arriba, ¿ahora hablás de creer?”...

Sí, claro. Porque si hay algo que nos diferencia de las máquinas es esa capacidad de creer en futuros posibles, en futuros imposibles.

Y es esa capacidad de creer, ese optimismo, la que nos lleva a cambiar las realidades.

Todo esto se basa en una premisa: a pesar de tener más tiempo (mayor expectativa de vida, más tiempo libre), en lugar de pensar en el largo plazo, somos cada vez más cortoplacistas (gracias a los medios, redes sociales, etc., la tercera guerra mundial del episodio pasado).

Y ese cortoplacismo nos frustra: las cosas no cambian de un día para otro.

Esa frustración no nos permite ver que, a largo plazo, sí cambian; que somos poderosos.

El lector más atento ya se dio cuenta de que esto es coherente con la idea de dar 1% más cada día, que al principio generará un retorno mucho más bajo que el que busca el cortoplacista (la liebre)... Pero que, al final, siempre gana la tortuga. 

Exacto, el interés compuesto que nos mostraba Esopo.

Y también es coherente con el famoso “valle del desencanto”, ese período en el que estamos intentando y las cosas crecen más lento de lo que esperábamos… La tortuga viendo cómo la liebre se aleja. Tal como describo en este video:

Y, de repente, me doy cuenta de lo coherente que soy… Aplausos para Leo, el más coherente y modesto ex-CEO.

En resumen, mi filosofía, mi actitud, es…

Prueba empírica: hace un mes pregunté “¿Cómo imaginás tu 2024?”. El 28,3% esperaba que fuera mucho mejor que el 2023.

Esta semana hice la misma pregunta, y ese valor saltó al 37%.

Pero Leo, un año es corto plazo, ¿o no?

Claro, por eso pregunté también, en el mismo momento, “¿Cómo imaginás tu 2029 (sí, veinte veintinueve)?”. En octubre, el 47% esperaba que fuera mucho mejor.

Y ahora creció a… ¡58%! Wow.

Estamos siendo un poco más optimistas de corto plazo, pero mucho más optimistas de largo plazo.

BITS&NEWS

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• Estoy buscando más respuestas de mis lectores más fieles: ¿cómo estás en tus 3D actualmente?

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Si te reenviaron este mail, soy Leo. Hace más de siete años publiqué un artículo explicando mi salida, después de dos décadas, de un corpoemprendimiento y me convertí en algo así como "el hada del largo plazo", ayudándote a ser cada día un poco mejor, con ideas, artículos, noticias comentadas y herramientas.

Gracias por leer, que te hagas una excelente semana.

Leo Piccioli

Autor y conferencista