👕 S08E23 Tu vida es un lavarropas

Un camino diferente para llegar al modelo EAT

Juan

A los seis años, a Juan le encantaba jugar a la pelota.

Todos corrían detrás de ella, dejando espacios libres para que un niño mayor, con más visión estratégica, la esperara en donde iba a estar.

A los ocho, Juan ya había entendido eso. Y se embarraba siempre, barro que llevaba con orgullo.

A los diez, le compraron una PlayStation y dejó de jugar con pelotas físicas.

Ensució mucha menos ropa.

Sus padres

Cuando se fueron a vivir juntos, uno de ellos lavaba a mano la ropa. Y siguieron haciéndolo, aún cuando Juan empezó a embarrar la ropa.

Sí, claro, a las dos semanas tuvieron su primera crisis. Los dos trabajaban y no querían pasarse el resto del día haciendo tareas en la casa.

Se empezaron a turnar para llevar la ropa al lavadero. Allí nadie se quejaba del barro en la ropa de Juan.

Lo que para uno es una queja para otro es un negocio.

Unos años después, ya con más capacidad de ahorro, pensaron en el largo plazo y compraron un lavarropas, aun cuando Juan ya había dejado de jugar con pelotas del siglo XX.

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El episodio de hoy tiene que ver con parte del camino que recorremos en la vida y en el trabajo, donde algo importante es descubrir quiénes somos y mostrarlo con orgullo al mundo.

Con Dani conocimos a Santiago Artemis hace unos años por su serie en Netflix (“No hay tiempo para la vergüenza”) y, luego, se hicieron muy amigos.

Era inevitable que la coach y el diseñador de moda encontraran una forma de entendernos mejor y alinearlo con cómo nos vestimos.

El sábado 29 darán una Masterclass en vivo vía Zoom que será, además de súper útil, muy pero muy divertida. Anotate antes de que se agote.

¿Y qué?

Así como Juan dejó de correr detrás de la pelota, sus padres dejaron de lavar a mano. En ambos casos, hicieron hacer. Delegaron. Igual que cuando nuestros antepasados comenzaron a especializarse, aprender a delegar es una etapa del crecimiento humano. Es entender que hay otros mejores que nosotros o que podemos usar nuestro tiempo de una manera que nos satisfaga más.

¡Pero Juancito después se conectó a la Play y nunca se desconectó! ¡La juventud está perdida!

Sí, Juan –luego de delegar– automatizó. Igual que sus padres cuando invirtieron en el lavarropas. Apoyaron el índice y el pulgar en la foto de su vida y los separaron para ver el largo plazo. Se imaginaron lavando, después yendo y volviendo de la lavandería y decidieron, tal vez usando el modelo de las 3D, que era mejor comprar un lavarropas.

En cada momento de nuestra carrera trabajamos por las 3D: una combinación de dinero, desarrollo y diversión. tuit

O quizás copiaron a todos los demás, a las modas y mandatos: “Primero, un departamento; después, un auto; más tarde, el lavarropas; luego, el lavavajillas y, si te va genial, el secarropas”.

Para desafiarnos un poco más, hice una encuesta enfocada en otra situación.

La cantidad de gente que eligió automatizar me sorprendió - aunque claro que tiene que ver con que la inversión en el ejemplo es mucho menor.

Pero más me sorprende la infinidad de tareas que podemos automatizar y no lo hacemos, desde el manejo de nuestro calendario, hasta escribir un email, pasando por actualizar un Excel. Si estamos dispuestos a tener ese software para desgrabar, ¿por qué no investigamos activamente qué podemos automatizar de nuestro día a día?

Y yo sé la respuesta, pequeño saltamontes:

Tampoco nosotros queremos cambiar porque… siempre lo hicimos así. tuit

Pero no nos queda otra…

La evolución humana es como lavar la ropa: primero hacemos, después hacemos hacer y después automatizamos. tuit

Y esto también sucede en el trabajo: comenzamos haciendo y luego, por hacer bien, la organización cree que podemos hacer hacer bien y nos ascienden.

Hacer algo bien no garantiza que podamos hacer hacer algo bien. tuit

Creemos que somos poderosos por tanta gente a cargo hasta que, un día, entendemos que nuestro trabajo no es tener un equipo grande, sino ser eficientes a corto y largo plazo.

Y automatizamos.

Una y otra vez, a todo nivel.

La vida es el modelo EAT: Eliminar, Automatizar, Tercerizar.

“En esta no te acompaño, Leo”

Suelo tener dos objeciones cuando sugiero aplicar el modelo EAT:

  • “Es más complejo”

  • “Mi jefe no me deja”

“Es más complejo”: Así como durante nuestra carrera combinamos las 3D de distintas maneras, también lo hacemos con EAT. Por suerte tengo los mejores seguidores del mundo que me dan siempre ejemplos geniales.

“Mi jefe no me deja”: Podemos automatizar, incluso si tu jefe no quiere o la organización no lo permite. ¿O me vas a decir que tu trabajo es obedecer ciegamente lo que te dicen y pedir permiso para todo? Bienvenido al siglo XXI.

¿O acaso hay un acuerdo implícito de que el empleado no automatizará y la empresa tampoco, para no dejarlo sin empleo?

Spoiler alert… no lo hay:

Que la empresa pueda eliminar, automatizar o tercerizar en cualquier momento permite a las personas hacerlo también. tuit

Bueno, tal vez todavía no; pero en el futuro sin dudas.

Una idea que no deja de rondar mi cabeza, pero que todavía no puedo justificar:

Madurar es aprender a delegar en personas… o máquinas. tuit

BITS & NEWS

  • El lavarropas fue clave para que las mujeres pudieran dejar las tareas domésticas y empezaran a hacer otras remuneradas. Un paper del tema en el Reino Unido y otro en Chile.

  • ¿Ya recomendaste CEO en Camiseta? Van apareciendo premios… Aquí podés verlos y saber cuántos referidos tenés 🙂.

  • Bye bye Calendly. Google Calendar ya incorporó 95% de sus funcionalidades. Agendá una reunión conmigo a la que no voy a ir aquí.

  • Ya no quedan negocios por inventar… ¿Llueve? ¿Saliste sin paraguas? Hay una app para eso.

¿Cuántas camisetas le das al episodio de hoy?

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Si te reenviaron este mail, soy Leo. Hace casi siete años publiqué un artículo explicando mi salida, después de casi dos décadas, de un corpoemprendimiento y me convertí en algo así como "el hada del largo plazo", ayudándote a ser cada día un poco mejor, con ideas, artículos, noticias comentadas y herramientas.

 

Gracias por leer, que te hagas una excelente semana.

 

Leo Piccioli