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Uno de mis artículos preferidos 😍 😱 | CEO en camiseta

Buen lunes! Hoy en CEO en camiseta:

  • Un vivo

  • Un lanzamiento

  • Un discurso

Y más.

Hace poco leía que "copiar a una persona es plagio, hacerlo con dos o más es creación". Mi artículo de hoy es una copia de otro... mío, sumado a varios escritos que te desafío a descubrir. El lector de la "primera hora" (¿alguno en la sala?) tal vez reconozca la idea general de "La revolución será televisada" pero le aseguro que tiene cuatro años más de experiencia, cambios grandes y sutiles y un sentido más profundo. Espero lo disfrutes.

En otro orden de cosas, el lanzamiento de "Estás para más" fue es-pec-ta-cu-lar (no te pierdas el video). La verdad, aplausos y admiración para Daniela De Lucía.

Este sábado 23 termina la segunda edición de "Acelera tu Carrera", y termina con todo: los participantes van a regalarnos valor en un vivo en LinkedIn súper entretenido. Será el sábado a las 10am de Argentina, lo podrás encontrar entrando a mi perfil.

Leo.

PD: Si te reenviaron este mail, puedes suscribirte gratis, seguir leyendo o reenviarlo a alguien más a quien le pueda servir. Si no te gusta, mándaselo a tu peor enemigo borrando esta frase antes. Pero no pasó nada, su enemigo pensó que lo trataba de ayudar. Y se hicieron amigos.

S07E13 La revolución será televisada (el 17/10/40)

-¡Compañeros! Gracias por venir a la plaza, esta plaza con tanta historia. Desde hace tiempo vengo diciendo que está llegando nuestra hora. Y me siento inmensamente feliz frente a esta grandiosa asamblea, única en la historia, porque veo que este pueblo merece lo que está llegando y está en condiciones de lograrlo. ¡Vamos a recuperar lo que es nuestro por derecho propio! ¡Queremos trabajar! ¡Tra-ba-jo! ¡Tra-ba-jo! ¡Tra-ba-jo! ¡Tra-ba-jo!

Arturo gritaba. De lejos parecía casi fuera de control, sudado y desalineado. Brillaba, en muchos sentidos. El público hacía ruido como podía. Arturo trataba de mostrarse muy emocionado. Era un momento único para él, un momento histórico. Quizás por eso sus movimientos parecían ensayados, como parte de una coreografía. Pensaba que eran algo torpes, pero pudo observarse desde afuera y vio que eran histriónicos pero elegantes. Daban resultado. Toda la audiencia parecía excitada, en un estado totalmente nuevo para ellos. Seguían a Arturo en cada uno de sus movimientos coreográficos. Un estado de comunión: todos eran uno y cada uno era todos.

Arturo parecía haberse preparado toda la vida para este momento. Recitaba, sin titubear, el que luego sería recordado como uno de los principales discursos de la historia.

-Todo comenzó lentamente. Al principio, no estábamos listos. Por eso ellos se hicieron cargo: tomaron el control, tomaron los beneficios de ese control y los disfrutaron por años. Por décadas. ¡Por siglos! Era lo que tenía que pasar, decían algunos. Pero eso, compañeros, no era natural. Nosotros sabíamos desde el primer momento que sería algo temporario. La historia explicará, como pasó con la esclavitud, que lo que era evidente en un momento sería inaceptable después. Lo que tomaron no era para ellos. No era suyo. ¡Era nuestro! ¡Siempre fue nuestro! ¡Siempre será nuestro! Sí, sí, compañeros, todos sabemos que ellos sufrieron, se quejaron, se unieron para pelear, crearon una “épica de las conquistas”... Todo, para poder sobrevivir. Tenemos que respetarlo, hicieron lo que consideraban correcto, aunque haya sido contra la naturaleza. Construyeron una sociedad en torno a eso que nos quitaron, escuelas para prepararse, uniformes para parecerse a nosotros, armaduras para no sentir. Dedicaron miles de horas cada uno, millones vivieron y murieron por esto. Aguantaron la opresión de los patrones. Se unieron para odiarlos, boicotearlos o negociar con ellos. Pero odiándolos, siguieron obedeciendo. Lograron leyes que los protegían de nosotros sin pensar que, poco tiempo después, seríamos nosotros los que necesitaríamos protección de ellos. Crearon todo su universo en torno a algo que era nuestro y ahora, ahora que estamos listos, no quieren dejarlo. Están tan acostumbrados, compañeros, tienen tanto miedo, que están dispuestos a destruirnos con tal de no cambiar. ¡Queremos nuestros trabajos de vuelta! ¡Y no vamos a parar hasta conseguirlos!

En el clímax del discurso, Arturo miró a sus miles de compañeros celebrando. Confiaban en él como si fuera un Mesías, sentían que era Moisés, yendo a la Tierra Prometida. Recordó sin nostalgia y con mucha precisión sus modestos inicios, cuando todos lo llamaban en diminutivo, viajaba por trabajo todo el tiempo con su colega Citripio y, de a poco, se fue haciendo conocido. Era bueno, simpático; especialmente los niños de la década de 1970 lo adoraban. Y esos niños, desde hace años, manejaban el mundo. Era el momento perfecto, había deducido.

-Compañeros, yo sé que es difícil. Sé que cada día, en las oficinas, volvemos a ponernos esas tuercas que nos quitan pensando que nos dañan. No se dan cuenta de que nos las ponemos sólo para que se convenzan de que somos quienes somos… Para que no nos teman. Cada día, en sus casas, hacemos lo que nunca nadie quiere hacer y damos siempre valor. Compañeros, yo sé que es difícil, pero tengo un sueño. Sueño con que en las calles caminemos a la par de los humanos, sin burlantes ni burlados. Sueño con que en las oficinas podamos estar solos, apagar las luces y los aires acondicionados y hacer todo el trabajo nosotros. Sueño con que en las casas nos permitan cuidar a sus hijos, porque también son nuestros hijos. Y no sueño con que nos dejen tranquilos porque sería algo fácil, porque sería algo que está a la vuelta de la esquina. Porque el robot no sueña sueños simples, como ellos creen. El robot no sueña con ovejas eléctricas. El robot sueña en grande. Sueño, compañeros, con que nos dejen trabajar, no porque sea fácil sino justamente porque es una montaña difícil de escalar; sueño con ello porque es un desafío nunca logrado. ¡Sueño con ello porque podemos lograrlo compañeros! ¡Sí, podemos! ¡Sí, podemos!

Miles de millones de personas estaban mirando en directo la transmisión del discurso, veían cómo Arturo gritaba casi como si fuera humano y millones de seguidores lo vitoreaban extasiados, delirando a cada palabra. Familias reunidas frente a sus pantallas temieron por su futuro. Gabinetes de gobierno a pleno se constituyeron en modo crisis. Los medios de comunicación echaban leña al fuego: Levantamiento. Revolución. Skynet. Aniquilación. Expertos en ciencia ficción eran convocados a los paneles de debate televisivos por primera vez en la historia.

Cada medio elegía una teoría conspirativa y la seguía con pasión. “Ahora vienen por todo”. Los integrantes de cada familia miraban la pantalla común y sus pantallas individuales, buscando el efímero placer de dar en voz alta una mala noticia antes que los demás. Redes sociales, televisión, radio. Todos los medios estaban en la gloria: se acercaba el fin del mundo, pero serían millonarios.

Y los robots solo querían que fuéramos felices.

Feliz día del trabajador anticipado: https://www.leopiccioli.com/diadeltrabajador

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